ya acabó su novela

HEINRICH BÖLL PREMIO NOBEL DE LITERATURA 1972

Intelectualidad alemana frente al nazismo

Publicado: 2015-05-26

La ventaja que tienen los intelectuales -se supone-, es que se adelantan a su tiempo. Eso hizo que Bertold Brecht (1898,1956), Heinrich Mann (1871,1950) y Lion “enemigo público número uno” Feuchtwanger (1884,1958) denuncien la amenaza que significaba para la vida en sociedad del surgimiento de los nazis. No pudieron volver a su país mientras que Hitler estuviera en el poder. Los dos últimos nunca regresaron. Unos 1,500 intelectuales alemanes les siguieron el ejemplo. Por mientras, las masas celebraban las quemas de libros, el antisemitismo, las detenciones masivas y la aniquilación sistemática de los disidentes.

Por supuesto que hubo intelectuales cómplices (Gottfried Benn 1886,1956) y quienes decidieron callar (Gerhart Hauptmann 1862,1946; premio Nobel de Literatura 1912; Ernst Jünger 1895,1998). Los que se pusieron de costado, se equivocaron pues los nazis querían fidelidad no indiferencia: Thomas Mann nunca rompió con el régimen pero su casa fue saqueada, sus bienes embargados y partió al destierro. Se consolaba afirmando “donde yo estoy, está Alemania”.

Quienes partieron no la tuvieron fácil. El destierro es un trago demasiado amargo, la melancolía una tortura. La muerte fue la salida para: Stefan Zweig (1881,1942), Walter Benjamin (1892,1940), y Ernst Toller (1893,1939).

Hay quienes escribieron desde los campos de batalla y no vivieron para ver su obra puesta en escena. Es el caso de Wolfgang Borchert (1921,1947). La tarea más difícil fue para quienes escribieron desde los escombros de un régimen que debía regir por 1,000 años. Los que escribieron desde ignominia de la derrota y la vergüenza mundial, los que asumieron la responsabilidad de darle ánimos a una generación muerta en vida por las culpas de sus padres y un país dividido por el ajedrez geopolítico. Esa labor la cumplió un payaso (Heinrich Böll 1917,1985 Nobel 1972) y un niño con su tambor de hojalata (Günther Grass 1927,2015; Nobel 1999).


Escrito por

Miguel E. Santillana

Economista, docente universitario, consultor de empresas y periodista.


Publicado en

La esquina del oso

un blog de Miguel E. Santillana