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Una tarde con Copérnico

Publicado: 2015-06-24

Salgo de la Universidad de Varsovia sobre la calle principal de la ciudad, que lleva al barrio antiguo donde se encuentra el castillo real. A la izquierda, uno se encuentra con un imponente monumento al matemático, astrónomo, jurista, físico, clérigo católico romano, gobernador, líder militar, diplomático y economista Nicolás Copérnico (19 de febrero de 1473-24 de mayo de 1543), aquel hombre que cambió nuestra concepción Occidental sobre la ubicación del planeta Tierra en el espacio y la centralidad del Hombre dentro del proceso de Creación del Dios cristiano.

Su propuesta revolucionaria fue publicada póstumamente (1543) en el libro “Sobre las revoluciones de las esferas celestes”, consistía en las siguientes ideas: la Tierra no es el centro del Universo ni el Hombre el centro de la creación de Dios; los cuerpos celestes se mueven de manera uniforme, eterna y circular; el Sol es el centro de nuestro sistema donde orbitan Mercurio, Venus, la Tierra y la Luna, Marte, Júpiter, Saturno (no se conocían Urano y Neptuno).

No eran ideas nuevas. Ya habían sido propuestas por Aristarco de Samos (310-230 a. C.). El valor real de los 25 años de estudios de Copérnico: reintroducir ideas ya rechazadas por el “sentido común” y de darles una estructuración coherente y científica. El problema era el momento histórico para divulgarlas. Estamos en plena Contra-reforma: la Inquisición marca la “línea correcta” y convertirá al heliocentrismo en el enemigo más inmediato.

La obra tiene raíces en ideas platónicas (uniformidad, circularidad; aceptadas por Santo Tomás de Aquino) pero lo moderno es pensar que la naturaleza no se gobierna por principios teológicos. El Hombre se gobierna por La Razón, por lo que es autónomo y su racionamiento le permite dominar a la naturaleza (si es que aprende sus leyes). Ya no se contempla la Creación, se la observa para encontrar sus regularidades. Eso es lo que hará Newton.


Escrito por

Miguel E. Santillana

Economista, docente universitario, consultor de empresas y periodista.


Publicado en

La esquina del oso

un blog de Miguel E. Santillana